El ruido que incomoda: escapes libres y conducción temeraria en Villa Dolores. Modificaciones en vehículos y maniobras ruidosas se han convertido en un verdadero fastidio para los vecinos. El impacto en la tranquilidad pública y la seguridad vial demanda controles estrictos y mayor conciencia ciudadana.
Los escapes libres o modificados que imitan el sonido de vehículos de competición, combinados con maniobras bruscas y aceleraciones violentas, se han convertido en un problema cotidiano para los vecinos de Villa Dolores. Este coctel sonoro no sólo resulta fastidioso, sino que también afecta la calidad de vida y la tranquilidad pública.
En repetidas ocasiones, desde este espacio hemos advertido sobre la circulación de autos y motos con escapes preparados. Lejos de ser una novedad, este problema se repite con mayor frecuencia, generando situaciones que rozan el absurdo y que demandan una urgente intervención.
Dos ejemplos típicos ilustran esta problemática. Primero, la escena del semáforo en rojo, donde el conductor, cual piloto de carreras, espera ansioso la luz verde para acelerar con violencia, inundando el ambiente con un estruendo ensordecedor. Al llegar a pocos metros, una frenada abrupta, acompañada de contraexplosiones, genera un peligro adicional para todos los presentes. Segundo, el paso de vehículos con escapes preparados en calles residenciales. Un diálogo entre vecinos se interrumpe abruptamente ante el ruido insoportable que atraviesa la cuadra. La charla se retoma con resignación después de la interrupción causada por esta conducta insensata.
Es evidente que no hace falta tanto ruido para desplazarse por la ciudad. Villa Dolores debería aspirar a un tránsito silencioso y sensato, donde se respete tanto la vida propia como la de los demás. Sin embargo, la realidad refleja un descuido en el respeto a las normas de convivencia y un desinterés por el bienestar del prójimo.
El ruido excesivo trasciende el fastidio momentáneo. Sus consecuencias pueden ser graves, afectando tanto la seguridad vial como la salud pública. La exposición prolongada a altos niveles de ruido puede generar estrés, problemas auditivos, insomnio y dificultades de concentración. En términos de seguridad, la distracción generada por estos sonidos intensos puede desencadenar accidentes de tránsito.
Años atrás, la Municipalidad de Villa Dolores tuvo la iniciativa se llevar adelante el decomiso y destrucción de escapes que no cumplían con los niveles de sonoridad permitidos. Este tipo de controles son esenciales para desalentar la instalación de escapes ruidosos y reducir su proliferación. Sin embargo, estas acciones deben sostenerse en el tiempo y complementarse con campañas de concientización.
Y existe una verdad: no basta con imponer sanciones. La solución requiere un cambio cultural donde la comunidad se comprometa con las normas de convivencia. El respeto por el otro y la valoración de la tranquilidad pública deben convertirse en prioridades para cada vecino.
Es hora de que Villa Dolores deje de ser rehén de los excesos de unos pocos. Construir una ciudad más habitable exige la combinación de controles estatales efectivos y la voluntad ciudadana de cambiar comportamientos que perturban la armonía urbana. Solo así lograremos una ciudad donde la convivencia y el respeto mutuo sean la regla, y no la excepción.
• El Ciudadano