El reciente secuestro de tres ejemplares de Dogo Argentino en barrio La Feria, Villa Dolores, puso nuevamente sobre la agenda pública la importancia de garantizar la tenencia responsable de perros de gran porte en Traslasierra. Más allá de la intervención policial y judicial, este caso visibiliza una problemática que afecta tanto a la seguridad de la comunidad como al bienestar de los animales involucrados. En este contexto, la tenencia responsable se presenta como un compromiso colectivo que requiere responsabilidad individual, como así también políticas públicas y un trabajo articulado entre autoridades y vecinos para fomentar la convivencia armónica, segura y respetuosa.
En barrio La Feria de Villa Dolores, la Policía ejecutó un allanamiento en una vivienda donde se retiraron tres ejemplares de la raza Dogo Argentino, en el marco de una causa vinculada al artículo 89 del Código de Convivencia Ciudadana, que regula la tenencia responsable de animales potencialmente riesgosos. La intervención, ordenada por la Justicia, puso en foco una problemática que se repite desde hace años: ¿quién controla y acompaña la tenencia segura y adecuada de estos perros en la región?
Si bien en este caso no se registraron incidentes de ataques o lesiones, la presencia de perros de gran tamaño en condiciones que no garantizan su bienestar ni la seguridad pública representa un desafío para toda la comunidad. En los últimos años, se han documentado episodios desafortunados que afectan tanto a personas como a otros animales en distintas localidades del valle, desde Mina Clavero hasta La Paz.
El cuidado responsable no es solamente una cuestión individual, sino una responsabilidad compartida que requiere políticas públicas efectivas. La seguridad urbana, la salud comunitaria y la buena convivencia dependen de controles adecuados, capacitación, recursos y un acompañamiento constante.
Actualmente, la falta de registros oficiales, campañas educativas y equipos técnicos dedicados a la fiscalización preventiva dificulta abordar el tema de forma integral. Animales criados sin socialización adecuada o en ambientes no preparados reflejan la necesidad de un enfoque que contemple tanto la protección de las personas como el respeto y el bienestar animal.
No se trata de estigmatizar razas, sino de reconocer que ciertas características físicas requieren una atención especial para garantizar una convivencia armónica y segura. Esta responsabilidad implica tanto al propietario como a las autoridades y a la sociedad en general.
El caso en barrio La Feria no es aislado, pero representa una oportunidad para poner nuevamente en agenda el cuidado integral de las mascotas y su entorno. Con el aumento de la circulación en espacios públicos, resulta fundamental vigorizar las políticas de control, promoción y concientización para que la tenencia responsable sea una práctica sostenida.
Los tres perros quedaron bajo resguardo judicial y su destino dependerá del avance del proceso. Más allá de esta causa particular, lo que está en juego es la capacidad colectiva para prevenir situaciones evitables y promover una convivencia respetuosa y segura para todos.
• El Ciudadano