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Los primeros Papas eran casados: el origen desconocido del celibato

Durante siglos, la Iglesia Católica ha sostenido el celibato como una condición esencial para sus sacerdotes. Sin embargo, la historia revela un pasado sorprendente: los primeros 39 Papas que guiaron a la cristiandad entre los siglos I y VI eran hombres casados. El celibato obligatorio, tal como lo conocemos hoy, recién comenzó a imponerse varios siglos después.

De acuerdo con investigaciones históricas, entre ellos se cuentan figuras tan emblemáticas como San Pedro, considerado el primer Papa, quien, según los Evangelios, tenía suegra, prueba indirecta de su matrimonio. Esta realidad se extendió a otros líderes de la Iglesia primitiva, en un tiempo en que el matrimonio y la vida sacerdotal no eran considerados incompatibles.

El giro hacia el celibato obligatorio comenzó a gestarse en el siglo IV, cuando el Concilio de Elvira en España (año 306) estableció normas que prohibían a los clérigos casados mantener relaciones con sus esposas. Sin embargo, esta disposición no se aplicó de forma universal. No fue sino hasta el Primer Concilio de Letrán en 1123 cuando la Iglesia occidental oficializó la prohibición del matrimonio entre sus sacerdotes.

Este cambio respondió a varios factores. Por un lado, buscaba reforzar la autoridad moral del clero y evitar que las propiedades eclesiásticas se convirtieran en herencias familiares. Por otro, apuntaba a diferenciar a la Iglesia católica latina de otras ramas cristianas que aún permitían el matrimonio sacerdotal, como la Iglesia ortodoxa.

Hoy en día, la disciplina del celibato sigue siendo objeto de debate dentro de la Iglesia. En algunos ritos orientales católicos, los sacerdotes pueden casarse antes de la ordenación. Incluso, en años recientes, el tema volvió a estar en el centro de discusión durante el Sínodo de la Amazonia, donde algunos obispos plantearon la posibilidad de ordenar hombres casados para atender regiones remotas.

Así, la historia de los Papas casados no solo revela un pasado poco conocido, sino que también ilumina un debate que sigue vigente en el presente.