La Plaza de San Pedro estalló en aplausos este jueves cuando apareció en el balcón el nuevo líder de la Iglesia católica. La fumata blanca anunciaba lo que el mundo esperaba: el cardenal Robert Francis Prevost, de 69 años, es el nuevo Papa y ha elegido llamarse León XIV.
Por primera vez en la historia, un pontífice nacido en Estados Unidos llega al máximo cargo de la Iglesia. Pero su historia no se resume a su origen estadounidense: León XIV es también peruano por adopción, país donde vivió y sirvió durante más de tres décadas como misionero y obispo en Chiclayo.
En su primer saludo al mundo, León XIV habló en italiano y español, y dejó claro el tono que marcará su papado: un llamado a la paz, al diálogo y a la unión. “Ayúdennos y ayúdense unos a otros a construir puentes con el diálogo, con los encuentros, uniéndonos a todos para ser un solo pueblo siempre en paz», expresó ante una multitud que superó las 40 mil personas.
Con raíces agustinas y una trayectoria como líder religioso en América Latina, el nuevo Papa ha sido elegido en un cónclave rápido, apenas 24 horas después de iniciado, y tras solo cuatro votaciones. Su elección no solamente marca un cambio generacional, sino también geográfico y cultural dentro de la Iglesia: un Papa que conoce el norte y el sur, que ha vivido entre dos mundos y que ahora promete ser un puente entre ellos.
León XIV rindió homenaje a su predecesor, Francisco, fallecido el 21 de abril, y evocó sus palabras de paz. Pero también dejó ver su propia visión: firme frente al mal, pero sin miedo, confiado en avanzar unidos «de la mano de Dios».
Su elección ya está generando expectativas: ¿será León XIV el Papa que lleve adelante una Iglesia más global y abierta al diálogo intercultural? Su primer mensaje parece apuntar en esa dirección.