Un reciente caso ocurrido en Villa Dolores, donde un hombre de 29 años fue aprehendido por conducir en estado de ebriedad y de manera peligrosa en pleno centro, vuelve a poner sobre la mesa un problema recurrente en nuestra sociedad: la irresponsabilidad al volante. La intersección de Avenida San Martín y Sarmiento fue el escenario de un episodio que, afortunadamente, no terminó en tragedia, pero que evidencia la necesidad de reforzar los controles y la concientización sobre los riesgos del alcohol al conducir.
Cada año, miles de personas pierden la vida en accidentes de tránsito en Argentina y un gran porcentaje de estos hechos está vinculado al consumo de alcohol. Conducir bajo los efectos del alcohol afecta la percepción, los reflejos y la capacidad de reacción, convirtiendo a cualquier automovilista en una amenaza para sí mismo y para quienes transitan las calles. En este caso, el conductor del VW Fox no solamente puso en riesgo su vida, sino también la de otros conductores y peatones.
El accionar policial fue clave para evitar una posible tragedia. Según el informe policial, al ser interceptado, el hombre evidenciaba dificultades para hablar y mantenerse en pie. En estas condiciones, un mínimo descuido pudo haber desencadenado un desenlace fatal. La pronta intervención de los agentes permitió que el sujeto fuera retirado de la vía pública y puesto a disposición de la Justicia. Sin embargo, más allá de la aprehensión y de las sanciones que puedan aplicarse, el verdadero problema radica en la falta de conciencia social sobre la responsabilidad que implica conducir.
Es preocupante que la imprudencia siga siendo una constante en nuestras calles. La conducción bajo los efectos del alcohol no es únicamente un error individual; es un acto de negligencia que puede cobrarse vidas. En este sentido, es fundamental que la sociedad en su conjunto entienda que manejar ebrio no es una simple infracción, sino un acto de total irresponsabilidad.
Las autoridades deben continuar reforzando los operativos de control, especialmente durante la madrugada y en las zonas cercanas a bares y boliches, donde el consumo de alcohol es habitual. Es necesario también endurecer las sanciones para quienes incumplan las normas, con multas más severas, inhabilitaciones de conducir y medidas que realmente disuadan estas conductas. Pero, más allá del castigo, es imperioso que se trabaje en la educación vial desde edades tempranas, inculcando la responsabilidad y el respeto por la vida propia y ajena.
El caso de Villa Dolores, uno de tantos, es un llamado de atención. Hoy no hubo víctimas que lamentar, pero mañana podría ser distinto. La seguridad vial no es simplemente tarea de la Policía o de los organismos de control, sino de cada ciudadano que decide ponerse al volante. La conciencia y la responsabilidad son las mejores herramientas para evitar que la imprudencia al volante se convierta en tragedia.
• El Ciudadano.