Mientras en Arizona, Estados Unidos, rescinden contratos con Fondomonte por el uso indiscriminado de agua subterránea, en Traslasierra la misma firma sigue explotando el acuífero sin controles claros ni beneficios económicos para la comunidad. Lo que prometía ser una inversión millonaria para impulsar la economía local, ha dejado un impacto laboral nulo y graves cuestionamientos ambientales.
Mientras en Estados Unidos se cancelan contratos con Fondomonte por la explotación desmedida de recursos hídricos, en Traslasierra, la misma firma sigue extrayendo agua del acuífero sin mayores reparos. A pesar de los pedidos de informes ambientales, los interrogantes se multiplican sobre el impacto ecológico y social de este emprendimiento que, lejos de traer el progreso prometido, parece sólo dejar una huella de incertidumbre y agotamiento de recursos.
El caso reciente en Arizona puso en evidencia la falta de control sobre las actividades extractivas de esta empresa saudí, una subsidiaria del gigante lechero Almarai. En esa región del desierto estadounidense, la gobernadora Katie Hobbs rescindió el contrato de arrendamiento de tierras públicas a Fondomonte, que utilizaba sin restricciones el agua subterránea del desierto para producir alfalfa destinada a Medio Oriente. Esta cancelación expone una realidad alarmante: la empresa opera con total desinterés por los efectos ambientales, maximizando su productividad a costa de recursos vitales en áreas que ya sufren sequías severas.
La misma historia, pero en Traslasierra
En San Vicente, en el Departamento San Alberto, Fondomonte replicó su modelo extractivista desde 2011, comprando miles de hectáreas para la producción de alfalfa. La totalidad de esta cosecha se exporta a Arabia Saudita para alimentar al ganado lechero, sin dejar beneficios significativos en la región que la produce. Los ambientalistas estiman que la empresa consume 24 mil millones de litros de agua por año, un volumen que duplica el consumo anual de localidades como Villa Dolores, San Pedro y Villa Sarmiento. Esta situación genera preocupación en una zona donde los acuíferos son esenciales para la vida cotidiana y la producción local.
Si bien Fondomonte contaría con permisos legales para operar, las organizaciones ambientales denuncian que la empresa está agotando los recursos hídricos sin que el agua utilizada regrese al ciclo natural. Desde fines de 2023, vecinos y ambientalistas, como el Foro Ambiental Traslasierra y Unidos por el Agua, han elevado pedidos de informes a la Administración Provincial de Recursos Hídricos (APRHI). Incluso, legisladores del Frente Cívico y la Unión Cívica Radical han solicitado en la Legislatura que se investigue si la firma está actuando dentro del marco legal.
Promesas rotas y desafíos pendientes
El desembarco de Fondomonte prometía ser un hito económico para la región, con una multimillonaria inversión que impulsaría la producción y generaría empleo. Sin embargo, la realidad muestra que estos beneficios nunca llegaron. El impacto en la generación de trabajo ha sido mínimo y las oportunidades locales brillan por su ausencia. En cambio, los interrogantes sobre el daño ambiental persisten y se multiplican.
El modelo extractivista de Fondomonte no deja dudas para el sector ambientalista: la explotación sin freno de los recursos naturales no es una política sostenible. Peor aún, resulta inaceptable que la actividad no venga acompañado de una retribución en empleo o riqueza para la comunidad. En un contexto donde la informalidad laboral y los bajos ingresos son problemas estructurales, es imperativo que cualquier emprendimiento empresarial aporte al desarrollo local y no se limite a llevarse los recursos sin dejar nada a cambio.
Una urgente toma de conciencia
El Valle de Traslasierra necesita respuestas claras y rápidas. Es fundamental que se conozca el estado real del acuífero y se implementen medidas para garantizar que este emprendimiento se desarrolle con criterios de sostenibilidad. No se trata de oponerse al desarrollo, sino de exigir que este sea respetuoso con el entorno y con las necesidades de la comunidad.
La historia de Arizona debe servirnos de advertencia: permitir el agotamiento de los recursos hídricos para beneficio externo es un camino sin retorno. Es hora de que las autoridades locales, provinciales y nacionales asuman su responsabilidad y controlen estas actividades extractivas. Sin agua no hay futuro, y sin futuro no hay desarrollo posible.
• El Ciudadano.