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Carlita, la joven cóndor que conquista los cielos de Córdoba

Desde su liberación en diciembre del año pasado, Carlita, la joven cóndor rescatada en San Carlos Minas y rehabilitada en la reserva Tatú Carreta, se ha convertido en un testimonio viviente del impacto del seguimiento satelital en la conservación de la especie. A dos meses de su regreso a la naturaleza, sus desplazamientos y comportamiento social arrojan valiosa información sobre la adaptación de los cóndores andinos en las sierras de Córdoba.

Una travesía de 2.500 km2

El rastreador satelital que Carlita lleva en su espalda ha permitido registrar con precisión su itinerario. En un periodo de poco más de 60 días, ha sobrevolado un área de aproximadamente 2.500 km2, equivalente a cinco veces la superficie de la ciudad de Córdoba. Desde el Parque Nacional Quebrada del Condorito y la Reserva Hídrica Provincial de Achala hasta la Quebrada del Batán, el nacimiento del Río Mina Clavero y el lago Los Molinos, Carlita ha explorado diversos ecosistemas claves para la especie.

«Estamos observando cómo se integra con otros cóndores y cómo su comportamiento se va ajustando a la vida en libertad», explicó Fernanda Fabbio, bóloga del Departamento de Conservación y Manejo del Parque Nacional Quebrada del Condorito. «La semana pasada, por ejemplo, permaneció en el Baño de los Cóndores, un sitio donde estas aves socializan. Esto nos indica que ha sido aceptada por el grupo».

Aprendizaje y adaptación en vuelo

Los primeros vuelos de Carlita fueron cautelosos y en las cercanías del punto de liberación. Sin embargo, al unirse a un grupo de cóndores con mayor experiencia, ha ganado confianza y fortalecido sus habilidades. Ahora sus recorridos son más extensos y a mayor altitud, superando los 2.500 metros en algunas travesías.

«Lo más relevante es que, al estar en contacto con otros individuos, ha aprendido dónde encontrar alimento, refugiarse en condiciones climáticas adversas y participar en los baños comunales», destacó Adrián Rinaudo, secretario de Policía Ambiental, al tiempo que añadió: «El monitoreo de su evolución confirma que la rehabilitación y posterior liberación fueron exitosas».

La ciencia al servicio de la conservación

La colocación del rastreador satelital a Carlita es un hito en la protección del cóndor andino en Córdoba. El dispositivo, donado por el equipo de investigación del Dr. Sergio Lambertucci de la Universidad Nacional del Comahue / CONICET, permite recopilar información en tiempo real sobre rutas de vuelo, velocidad, altitud, sitios de descanso y zonas de alimentación.

«Esta tecnología nos brinda una oportunidad sin precedentes para entender el comportamiento de los cóndores en esta región. Carlita ya nos ha aportado datos clave sobre los dormideros comunales y las rutas de forrajeo. En el futuro, estos estudios podrán revelar también las zonas elegidas por los adultos para nidificar y reproducirse», sostuvo Orlando Mastrantuoni, del equipo de investigación de la Universidad del Comahue / CONICET.

Un trabajo en red por la biodiversidad

El éxito de esta iniciativa es el resultado del esfuerzo conjunto entre diversas instituciones. El Ministerio de Ambiente y Economía Circular de Córdoba, a través de la Policía Ambiental, rescató y liberó a Carlita; el centro de rescate Tatú Carreta se encargó de su rehabilitación; el Parque Nacional Quebrada del Condorito proporcionó un espacio seguro para su reinserción y la Universidad Nacional del Comahue, junto con CONICET, lidera el análisis de los datos obtenidos.

Para la veterinaria María Ahumada, del Tatú Carreta, este seguimiento representa una tranquilidad: «Sabíamos que Carlita estaba en óptimas condiciones físicas al momento de su liberación, pero al ser tan joven, existía incertidumbre sobre su adaptación. Ahora, gracias al monitoreo, vemos que el proceso de rehabilitación ha dado frutos».

Con un horizonte de vuelo cada vez más amplio, Carlita simboliza el equilibrio entre la intervención humana y el respeto por los tiempos de la naturaleza. «Al principio volaba con cautela, pero con el tiempo se fue soltando. Hoy podemos decir que es una cóndor libre, aprendiendo a surcar los cielos de nuestras sierras», concluyó Ahumada.