Las Altas Cumbres cordobesas, escenario majestuoso y agreste, se han convertido en el centro de una misión científica sin precedentes: por primera vez, un equipo interdisciplinario instaló cámaras y sensores de alta tecnología para estudiar en detalle la vida secreta de los cóndores andinos que habitan la región.
La operación, que demandó más de 36 horas continuas de trabajo en altura, se desarrolló en el sector conocido como Baño de los Cóndores, dentro del Parque Nacional Quebrada del Condorito. En el lugar, los especialistas montaron un sistema de monitoreo que permitirá registrar comportamientos, desplazamientos y patrones de alimentación de esta emblemática especie, declarada Monumento Natural Nacional.
“Fue una tarea compleja que realizamos en conjunto con los guardaparques del área protegida, científicos del CONICET y un grupo de biólogos provenientes de Inglaterra. Nuestro rol fue garantizar la seguridad en zonas de difícil acceso para que el equipo técnico pudiera cumplir con la instalación de los dispositivos”, indicaron desde el Departamento de Unidades de Alto Riesgo (DUAR), fuerza especializada que participó del operativo, según consigna el portal La Otra Mirada.
El despliegue en altura requirió el uso de técnicas de escalada y rescate en montaña, debido a la topografía escarpada del lugar, donde los cóndores anidan en acantilados que superan los 800 metros de profundidad. La cooperación entre fuerzas de seguridad, científicos locales e investigadores extranjeros simboliza un modelo de trabajo conjunto que apunta a la conservación y al conocimiento profundo de la biodiversidad de Córdoba.
El monitoreo de los cóndores andinos no sólo busca aportar datos valiosos para la ciencia, sino que también permitirá identificar amenazas que afectan a la especie, como el uso de cebos tóxicos, la disminución de su hábitat y las alteraciones provocadas por la actividad humana.
Las imágenes y registros que se obtendrán en los próximos meses podrían marcar un antes y un después en la protección de esta ave majestuosa, considerada la mayor voladora del planeta, y que encuentra en las sierras cordobesas uno de sus últimos refugios.
Mientras las cámaras comienzan a vigilar en silencio desde las alturas, las Altas Cumbres escriben un nuevo capítulo en la historia de la conservación de sus tesoros naturales.