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Pulloy y Max Skurr: estudiantes transforman residuos mineros en innovación

En el Departamento Minas, un grupo de estudiantes del I.P.E.T N° 232 “Prof. Enrique A. Flores” está demostrando que la creatividad y el compromiso ambiental pueden ir de la mano. A partir de residuos mineros provenientes de canteras locales, los alumnos de la especialidad Técnico Minero transforman material de descarte en productos útiles y sostenibles, incluyendo adoquines, baldosas y su estrella: Max Skurr, un polvo de limpieza biodegradable inspirado en el modelo Pulloy.

El proyecto, surgido este año como parte de la materia Formación en Ambiente de Trabajo (FAD), combina saberes técnicos con prácticas de economía circular. Los estudiantes participan activamente en todo el proceso: recopilan datos, realizan pruebas de laboratorio, cortan adoquines con guillotina hidráulica, elaboran baldosas y fabrican Max Skurr mediante un sistema de tamices de distintas mallas.

“Se nos da la oportunidad de trabajar mientras estudiamos y nos ayuda a desarrollar habilidades que serán fundamentales para nuestro futuro laboral”, asegura Lautaro Díaz, de séptimo año, mientras Kevin Santiago Bustamante Tello, de quinto, agrega: “Me gusta aprender sobre minería y reutilización porque toda esta experiencia me va a servir para el futuro”.

El material base proviene de canteras de Ciénaga del Coro, Rumiguasi y La Playa, mientras que empresas locales aportan insumos para la producción. Incluso los restos más finos se aprovechan, combinándolos con otros componentes para generar un producto eficiente, versátil y amigable con el ambiente.

Más allá del valor técnico y ambiental, el proyecto tiene un fuerte impacto formativo. La escuela rural, ubicada en el valle de Traslasierra a más de 200 kilómetros de Córdoba capital, ofrece a los estudiantes la posibilidad de conectarse con el mundo productivo y con otras instituciones.

“Max Skurr es el caballito de batalla del proyecto. Tiene un gran potencial y, a la vez, enseña a los alumnos que los residuos pueden convertirse en oportunidades”, señala el docente Roberto Adrián Ormeño, coordinador de la iniciativa.

Aunque la cooperativa formada en torno a este proyecto aún no comercializa sus productos por falta de personería jurídica, el objetivo es que las prácticas se transformen en una alternativa real de producción y comercialización.

La relevancia del proyecto fue reconocida en el Congreso Internacional de Cooperativas y Mutuales, respaldado por el Ministerio de Cooperativas de Córdoba, donde la experiencia de los alumnos de Ciénaga del Coro mostró que la innovación, la educación y la sostenibilidad pueden converger para transformar la realidad de una región.

En cada polvo de Max Skurr y cada baldosa producida se refleja la combinación de aprendizaje, creatividad y conciencia ambiental, demostrando que incluso los residuos mineros pueden ser semillas de futuro.