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Cuidar el bosque, cuidar la vida: San Javier y Yacanto pone señales al futuro

El aire se siente distinto cuando uno pisa San Javier y Yacanto. Allí, donde las sierras cordobesas se abren como un balcón verde hacia el Valle de Traslasierra, más del 70% del territorio sigue cubierto de bosque nativo. Algarrobos, molles y quebrachos se entrelazan como guardianes de una historia natural que resiste a fuerza de raíces.

En estos días, las calles polvorientas y los caminos serranos muestran algo nuevo: carteles claros, firmes, que advierten sobre la prohibición de desmontes y del cambio de uso del suelo. No son simples letreros; son señales que marcan un límite entre la ambición y el cuidado, entre el olvido y la conciencia.

La iniciativa, coordinada entre la Municipalidad local, el Ministerio de Ambiente de Córdoba y la Dirección de Ordenamiento Territorial, busca frenar el avance de prácticas que amenazan con borrar en pocos años lo que la naturaleza construyó durante siglos. Porque donde se arranca un árbol, no sólo se pierde sombra: se pierde agua, suelo fértil y la posibilidad de un futuro sustentable.

En palabras sencillas, cuidar el bosque es cuidarnos a nosotros mismos. La comunidad lo sabe y lo repite. Vecinos, artesanos y productores entienden que su vida cotidiana está atada a ese equilibrio: el turismo que llega atraído por los paisajes, las economías que dependen de frutos y hierbas, la identidad que se teje entre piedras y raíces.

Claro que no todo es idilio. Existen tensiones, intereses y presiones económicas que buscan abrir caminos al desmonte. Pero allí aparece la diferencia: una comunidad que pone freno y dice basta, que se anima a marcar carteles donde otros hubieran levantado alambrados.

Al recorrer San Javier y Yacanto, vecinos coinciden sobre la significancia de la cartelería colocada y sueltan con convicción: “Esto es más que una ordenanza, es un mensaje a nuestros hijos”. En esa frase simple está la esencia del debate. No se trata solo de árboles ni de hectáreas: se trata de la Casa Común, como la llaman aquí, con un aire de compromiso colectivo.

Preservar el bosque nativo no es nostalgia ni romanticismo. Es, ni más ni menos, una apuesta de futuro. Y en San Javier y Yacanto, esa apuesta ya empezó a escribirse en madera y en verde.