Williams Alem nació el 25 de enero de 1947. Hijo de Emma Romero y Jorge Alem. En sus primeros años, vivió en San Rafael, aunque nació en Villa Dolores al tener sus padres que viajar a esta ciudad para contar con los servicios de una partera.
Descubrió de niño su vocación por el periodismo, al punto tal de haber relatado partidos imaginarios con un palo en San Rafael. Así surgía su pasión por la radio, que se compartía con Abogacía, carrera que empezó a estudiar en la Universidad de Córdoba, pero que abandonaría en cuarto año.
En la capital, conoció a José María Gianello, un gran periodista que trabajaba con Isidro González Longhi. A través de él, comenzó con un programa universitario en LV2, llamado Pregón Estudiantil, donde leía gacetillas. Con el tiempo, se juntó con maestros como el “Colorado” Marquini, Eduardo Gesumaría “Sprinter”, Mario Pereyra, Rony Vargas, Norma Landi, Roberto Ortiz y Víctor Brizuela, entre otros.
En 1978, por una diferencia con un militar, fue prohibido en todas las emisoras del país durante cinco años. En ese tiempo, vivió de un quisco y quiniela en Colón y General Paz.
A su trayectoria se suma su tarea en Radio Universidad, Diario Córdoba, Sucesos Deportivos, Canal 12 y una corresponsalía para Víctor Hugo Morales.
En 1988, se radicó en Villa Dolores. Trabajó en Radio Champaquí y en Radio 2.000. En el año 1994, creó el programa televisivo y Multimedio Nuestra Gente, en el cual se desempeñaría hasta su fallecimiento, junto con la corresponsalía de Cadena 3.
En una reunión de café con diario EL CIUDADANO en el desaparecido Hotel Vila, Williams hablaba sobre su vida y de su Villa Dolores:
– ¿Quiénes han sido las personas que te han marcado?
– Mi viejo. Era un tipo parco pero contundente. Yo era joven y me quería llevar el mundo por delante, mientras él me daba definiciones que con el tiempo entendí. Me marcó profundamente, al igual que mi madre por su contención. Y en lo profesional, Gianello marcó mi vida periodística.
– ¿Qué es lo que más te gusta?
– La respuesta es más que obvia. Además, soy un apasionado de ver deportes. Por ejemplo, veo un partido de fútbol y me pongo del lado de uno de los equipos de forma pasional. Es algo que me da una adrenalina que otras cosas no me la dan.
A pesar de que me dedico a hacer periodismo sobre política, entre otras áreas, no es lo que más me enloquece. Uno que ha escuchado a todos, sólo un 20 por ciento de las propuestas se cumplen.
– ¿Qué otra profesión hubieras preferido?
– Ser abogado. Es una actividad que te permite salir en defensa de alguien que lo necesita, pero me genera contradicciones internas. ¿Cómo hace un abogado para defender a alguien que sabés que ha violado a un chico de cinco años?
– ¿Conforme con la vida?
– Si el grado de felicidad pasa por haberte realizado en algo, estoy absolutamente conforme. Hice lo que sentí y subsistí de ello. La vida y mis viejos me dejaron a los 17 años tomar mis decisiones. Más premiado por la vida no puedo estar.
– ¿Un deseo?
– Que se acaben las crispaciones, los enojos, las peleas. No se puede vivir enojado toda la vida. Hay matices. No hay sólo blancos y negros, también hay grises. La confrontación no es el camino. La familia argentina tiene que estar unida.
– ¿Qué le hace falta a esta comunidad?
– Cada vecino tiene la responsabilidad de hacer lo que le corresponde como ciudadano. Se debe exigir que se hagan las cosas y cumplir con las obligaciones. Hay que tomar un compromiso frente a la realidad.
Archivo El Ciudadano
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