El deterioro de las veredas, la falta de arbolado y la ausencia de cestos y numeración en muchas viviendas revelan una ciudad que necesita mayor compromiso de los vecinos y políticas activas. El intendente Rivarola anunció que el Municipio lanzará un plan para mejorar las veredas.
Caminar por Villa Dolores se ha convertido, para muchos vecinos, en una experiencia riesgosa. Las veredas rotas, hundidas o directamente ausentes forman parte del paisaje cotidiano tanto en el centro como en los barrios. Este deterioro no es únicamente un problema estético: representa un serio obstáculo para adultos mayores, personas embarazadas, personas con discapacidad y niños. Para quienes tienen movilidad reducida, cada desnivel o baldosa suelta puede convertirse en una trampa. Pero, más allá del peligro físico, lo que está en juego es la calidad del espacio urbano compartido.
El estado de las veredas en nuestra ciudad evidencia una preocupante falta de mantenimiento que, en gran medida, recae en la inacción de muchos frentistas. La normativa vigente establece claramente que cada vecino es responsable de conservar en buen estado la vereda que da a su propiedad. No se trata solamente de cumplir una ordenanza, sino de asumir un compromiso con la comunidad. La vereda es el primer contacto con el espacio público y, por lo tanto, su cuidado habla del respeto hacia el otro.
Frente a este escenario, el rol del Municipio es también clave. Más allá del control o la sanción, resulta urgente que el Estado local promueva políticas activas que estimulen la mejora de las veredas. Planes de financiación, campañas de concientización o incluso programas de asistencia técnica podrían facilitar a muchos vecinos las tareas de reparación, especialmente a quienes tienen menos recursos. La coordinación entre lo público y lo privado es esencial para encarar una transformación urbana que ya no admite postergaciones.
En este sentido, el intendente Maximiliano Rivarola adelantó a El Ciudadano que el Municipio encarará un plan para la mejora de las veredas de la ciudad. La iniciativa buscará acompañar a los vecinos en la recuperación de estos espacios fundamentales para la circulación peatonal y la integración barrial.
Pero el problema va más allá de las veredas. En muchas zonas también se observa la ausencia de arbolado urbano, lo que contribuye a la aridez visual y térmica del entorno. No obstante, el Municipio ha liderado ya varias campañas de forestación en espacios públicos. Pero, en este punto, se requiere de un mayor compromiso de los frentistas, asumiendo el rol ambiental que se precisa.
En este contexto, tampoco hay cestos de basura en las viviendas, lo que complica la higiene general. En muchos domicilios ni siquiera hay numeración visible, lo que entorpece desde el reparto postal hasta la llegada de servicios de emergencia. Todos estos elementos, aunque parezcan menores, construyen —o degradan— el perfil de una ciudad.
Villa Dolores necesita un nuevo pacto ciudadano: una idea de ciudad que se base en el compromiso compartido. Una ciudad más limpia, accesible y cuidada es posible si sus habitantes y autoridades avanzan en la misma dirección. Recuperar el valor del espacio común es el primer paso para hacer de nuestra ciudad un lugar más habitable para todos y, en este sentido, son los vecinos quienes deben asumir el rol protagónico.
• El Ciudadano