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TRASLASIERRA: Batallando donde existen personas vulneradas

“¡Estos de los Derechos Humanos me tienen cansado!”… “Son unos zurdos, no hay que darles bola”…

“Otra vez esta gente hablando de la dictadura, del feminismo y la economía; acaso no tiene nada qué hacer”… “¡Tené cuidado! No vaya a ser cosa que te denuncien los de Derechos Humanos”….

A diario, este tipo de frase repiquetea en la sociedad local. Posiblemente, y queremos creer que es así, se deba a simple ignorancia…

Ignorancia en el mejor sentido del término; es decir, por desconocimiento de los valores y las banderas que el colectivo de Derechos Humanos defiende.

Tras la dictadura militar que asoló al país en los ´70, el movimiento de Derechos Humanos adquirió fuerza y su rol fue fundacional en la nueva democracia.

El tiempo pasó y el desafío cambió: ahora, además de generar conciencia y “Memoria” para no repetir el terror del pasado, el movimiento de Derechos Humanos debe alzar nuevas banderas.

Ya no basta con el ¡Nunca Más!, a pesar de que su vigencia deba ser empecinada, consistente y continua. Se requiere además, porque la realidad lo demanda, librar batallas en los espacios donde existen personas vulneradas.

En estos días, en Villa Dolores, la sociedad ha podido observar que la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Traslasierra es mucho más que una organización dedicada a mantener viva la “Memoria”, con la loable tarea que ello implica.

La tarea social que viene desplegando la organización local, que tiene a Mónica Piñeiro como presidenta y a Mary Luque como secretaria, es estar al lado de personas que se ven abrumadas ante la vulneración de sus derechos, humanos al fin.

En las últimas semanas, la entidad denunció cuatro casos de abuso sexual cuyas causas dormían injustamente en Tribunales de Villa Dolores, entre las cuales resonó la de Antonella, por verse implicado como imputado de abuso sexual y corrupción de menores el dirigente justicialista Roberto Clavero.

Sin la presencia de quienes militan por la defensa de los Derechos Humanos en Traslasierra, posiblemente hoy no sabríamos quién es Antonella y todo, probablemente, seguiría igual en Villa Dolores.

Además de actuar ante el horror de los abusos sexuales, la organización local interviene en casos de transfobia, que es el odio, la incomodidad o no aceptación de las personas transgénero. En este sentido, lo hicieron en defensa de Maxim, mujer trans de Villa Sarmiento que se sintió víctima de violencia institucional.

Y en ese andar, la Mesa de Trabajo se suma al colectivo de personas que libran batallas ante la violencia de género, que lacera a decenas y decenas de mujeres en nuestra zona, a pesar de que se experimentan algunos avances en la materia.

Sólo desde la ignorancia, y queremos creer que es así, se puede seguir ninguneando o poniendo en duda la tarea que vienen desplegando las personas que integran el movimiento de Derechos Humanos en la zona.

Y, seguramente, habrá personas que bastardean la misión social que el movimiento cumple, pero no desde la ignorancia, sino desde el cinismo de verse descubiertos en sus inconductas o desde la incapacidad de admitir culpas ni sentir remordimientos.

Pero hoy la realidad, al menos en estos días, es bien distinta. Existe, en gran parte de la opinión pública, una mirada de simpatía y valorización hacia la organización local; sin lugar a dudas, por haberle puesto voz a lo que antes era un secreto a voces.

Es de esperar que la ciudadanía valore y respete la misión que desde Derechos Humanos se lleva a cabo en la zona y que la respalde. Hay situaciones esperanzadoras en este sentido.

Se debe tener en cuenta que posiblemente en algún momento nos sintamos incómodos y hasta no coincidamos con las banderas que alcen; cuando ello ocurra, antes que el enojo, el desprecio y el ninguneo, deberíamos llamarnos a la reflexión y preguntarnos si en verdad, a lo mejor nosotros, no estemos equivocados.

En toda sociedad, y la local no escapa a ello, la cultura nos atraviesa y fija pautas de comportamiento que, en varias ocasiones, vulneran derechos elementales. Ante esto, la reflexión, la desconstrucción y la construcción en base a valores sólidos y universales harán posible la incubación de una sociedad más justa.

El Ciudadano