El Parque Nacional Traslasierra abrió semanas atrás sus puertas de manera experimental para el público en general. Se trata de una nueva área protegida para Córdoba, ubicada en el noroeste de la provincia.
Está integrado por parte de la Estancia Pinas, que perteneció a Lisandro de la Torre y luego al terrateniente dolorense Juan Feliciano Manubens Calvet. El Estado compró 44 hectáreas a sus herederos para transformarlas en parque nacional. Restan otras 60 mil.
En el lugar habitan 24 especies de mamíferos, 30 de reptiles y 161 de aves. Está dentro de la región del Chaco Seco y tiene bajo salinos.
Devastación
Julio Monguillot, un veterano profesional de la Administración de Parques Nacionales (APN) e intendente de esta área protegida, comentó: “Cuando ingresé por primera vez a Pinas, no fue lo que esperaba. Pensé que iba a estar mejor conservado”.
Es que la Estancia Pinas tiene una historia de por lo menos 70 años de desmonte que llega hasta fines del siglo 20. Los quebrachos que sobrevivieron a las hachas no tienen más de 50 años y no son abundantes.
En declaraciones al rotativo La Voz, Julio cuenta que esta especie se taló para utilizarlo como madera para postes, varillas, leña y “todo lo que se imagine”. Comenzó por culpa de una seguidilla de años secos en la década de 1920, que afectaron a uno de sus dueños más famosos: Lisandro de la Torre.
De acuerdo a la información, por la falta de agua el político argentino abandonó todo intento de producción agrícola y se inclinó por la explotación forestal. El resultado se observa ahora: un bosque más bien arbustivo, aunque con una importante biodiversidad y un potencial enorme. Luego fueron los años de Manubens Calvet. Y a la deforestación se sumó el ganado vacuno.
“El parque no debe renegar de esa historia de explotación. Es uno de los pocos bosques chaqueños con esta continuidad. Son 44 mil hectáreas y otras 60 mil que todavía son estancia y que ojalá se sumen al parque. Dentro de 30 años toda esa superficie protegida va a ser un espectáculo de la naturaleza”, cuenta Julio al tabloide capitalino.
Vacas, incendios y jabalíes
Hasta el 2020, según indica La Voz, la Estancia Pinas albergó ocho mil vacas. El suelo del monte está casi sin gramíneas debido a ese reciente pasado ganadero y a la sequía de los últimos años.
En este contexto, Julio asegura que los incendios son una de las principales amenazas del área protegida. Por eso, en la cima de un cerro sobre las sierras de Guasapampa hay cuatro cámaras que miran todo el parque. Las imágenes llegan hasta una central en Villa de Soto, donde se monitorea la presencia de columnas de humo. Cinco brigadistas forestales darán la primera batalla a las llamas.
La otra amenaza del parque es tan difícil de controlar como el fuego: los jabalíes. Los reportes de cámaras trampas y los avistajes indican una gran población de esta especie exótica. “Destruyen todo a su paso: el suelo, las raíces y los pequeños animales que encuentran. Compiten con la fauna local, como los pecaríes. Y no tienen predadores naturales”, detalla Julio ante tabloide.
En lo que atañe, siempre de acuerdo a La Voz, APN prevé un programa de control intenso. Una alternativa sería utilizar trampas con cebo.
Interés
El parque abre viernes, sábados y domingo, de 9 a 18. El horario de acceso es hasta las 14. Cuenta con un cupo diario de visitantes, por lo que hay que registrarse anticipadamente.
Se puede visitar el casco histórico y los senderos Los Mistoles (15 minutos de duración, dificultad baja) y Pinagasta (una hora ida y vuelta, con ascenso a la sierra). Hay observación de aves y vistas panorámicas. Con lluvia los caminos son intransitables.
El parque no tiene camping y las posibilidades más cercanas de alojamiento son Taninga y Chancaní. Hay que llevarse provisiones para picnic (no se permite hacer fuego) y agua porque no hay proveeduría. Los visitantes deben llevarse sus residuos.
En este marco, es inevitable pensar en las restantes 60 mil hectáreas de la Estancia Pinas que todavía no son parque. El acceso está restringido por lo que el misterio continúa: ¿Qué animales resguardará ese monte? ¿Qué historias revelarán sus caminos y ruinas?