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LEONARDO IUDICELLO. El dolor de una búsqueda sin resultados

Desde hace más de siete años, Gladys Escribano (70) busca a su hijo Leonardo Iudicello. No le gusta decir que está desaparecido. Porque en algún lugar, está.

Desaparecido es la palabra que usó Videla para ocultar sus crímenes. Ni muertos ni vivos. Desaparecidos. Se justificaba, cínico, el dictador. Si lo nombramos como los nombraba él, le quitamos su identidad, sostiene Gladys.

En un encuentro con la periodista Mónica Ambort, de Cba24n, la mamá de Leo prefiere hablar de búsqueda. Su rastro se perdió cuando tenía 30 años.

Búsqueda

En junio de 2015, los padres de Leo estuvieron con él en Tabatinga, cerca de Natal, un pequeño pueblo de pescadores en el norte de Brasil. Leo se fue de ahí hacia Jericoacoara, un lugar paradisíaco. El 9 de julio se comunicó y después no supieron más de él.

En el campamento donde estuvo, encontraron su carpa y sus cosas hechas ceniza.

Según cuenta Ambort, su hermano Alejando y su padre, el escritor Lucio Iudicello (71), lo buscaron palmo a palmo por el vasto territorio de Brasil. Con su foto en la mano. Pegando carteles, preguntando.

Gestiones diplomáticas, denuncias ante la Justicia de ambos países, Interpol, medios de comunicación. Una carpeta llena de documentos prueba las innumerables diligencias. Nada. Ni un indicio.

Nunca se investigó bien, acusa la mamá en declaraciones a Cba24n. Y reclama a la Justicia Federal argentina, que se hago cargo de la búsqueda.

Lucha

Mientras los varones ponían el cuerpo en Brasil, en Villa Cura Brochero, donde habitan los Iudicello, Gladys (foto) se aferró a lo espiritual.

Rezó. Incorporó a su hijo a cadenas de oración. Visitó religiosos de todos los credos. Buscó una señal, una luz. Algo, un milagro, que la sacara del infierno. Con el rostro de Leo sobre el pecho marchó en las procesiones del Cura Brochero, acompañó a los jinetes de la cabalgata brocheriana, caminó, organizó actos, militó el Facebook, describe Ambort.

Y se sumó a la búsqueda de las chicas que faltan en Traslasierra: Delia Polijo, Silvia Gallardo, Marisol Rearte y su hija Luz Morena Oliva; y entonces, junto a la foto de su muchacho, lleva las fotos de ellas.

Es un problema invisibilizado, subraya Gladys a Cba24n. Y negado. Todavía hay quienes piensan que Leo rompió con su pasado, que anda por el mundo. Y nadie está preparado para cuando algo así ocurre.

Angustia

En diálogo con Ambort, el papá de Leo cuenta: “Cada mañana despierto con angustia. Aun cuando a la noche me propongo hacerlo de mejor ánimo. Me cuesta remontar el día”. Húmedos, los ojos del escritor.

Hacía mucho que no hablaba de Leo. No quiero ser vista como una víctima, agrega Gladys a Cba24n.

Y cuenta que desde que la búsqueda se convirtió en una lucha colectiva junto a la de las mujeres que faltan en Traslasierra, somos una sociedad que demanda al Estado para que estas cosas cambien. Sonríe amargamente la mamá.

Con información de Mónica Ambort, Cba24n.