Si bien hay diferencias entre gestiones, en todos los gobiernos, independientemente de su orientación política, hubo alta inflación.
La inflación de marzo se ubicó en 6,7% mensual y se espera que la suba de precios en los meses que vienen sea mínimamente superior al 4%, en una proyección cargada de optimismo. Como contracara, posiciones más pesimistas alertan sobre la posibilidad de una hiperinflación.
Según el Instituto para el Desarrollo Argentino (IDESA), el desenlace de 2022 es impredecible porque depende de la magnitud de la emisión monetaria y de la demanda de pesos por parte de la gente.
En la medida que ambas variables no se disloquen, la situación será de alta inflación sin llegar a hiperinflación.
De todas formas, la alta inflación es un fenómeno de larga data con muchos responsables: en los últimos 60 años, la mitad del tiempo hubo gobiernos peronistas, un cuarto gobiernos radicales (solos o en coalición) y el otro cuarto hubo gobiernos miliares.
Tomando datos del Ministerio de Economía se observa que: en los años del Partido Justicialista la tasa de inflación promedio fue de 78% anual; en los años de gobierno militar la tasa de inflación promedio fue de 132% anual; y en los años de la Unión Cívica Radical, sola o en alianza, la tasa de inflación promedio fue de 386% anual.
Tal como lo sostiene IDESA, estos datos muestran que, si bien hay diferencias entre gestiones, en todos los gobiernos, independientemente de su orientación política, hubo alta inflación.
Ello permite afirmar que la inflación es una “política de Estado” en Argentina, la única que ha persistido a los cambios de signos en la Presidencia de la Nación.
Mientras tanto las expectativas de suba de la inflación se disparan con fuerza según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. Según esta fuente, los analistas del mercado consultados por la entidad crediticia pronosticaron que el Índice de Precios al Consumidor aumentará un 59,2% en 2022.
Van 60 años de desequilibrios y suba de precios en Argentina… Este año no va a ser la excepción y, lamentablemente, no se avizora el avance hacia un Estado ordenado que siente las bases para lograr estabilidad y salir algún día de la decadencia que nos caracteriza.