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EMPLEO: El entusiasmo entre los jóvenes, clave para salir del estancamiento

Hace 20 años atrás, Argentina intentaba salir de la mayor crisis de su historia. El colapso económico y social del país quedaba evidenciado en una estructura del mercado laboral muy precaria.

Según datos del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), del total de personas en edad de trabajar que vivían en centros urbanos, el 44% estaba sin trabajo, sea como desempleado, inactivo o cobrando en aquel entonces el Plan Jefas y Jefes de Hogar.

En tanto, un 19% tenía un empleo privado formal y otro 9% eran empleados públicos. El restante 28% de la gente en edad de trabajar estaba ocupada en la informalidad. La tasa de pobreza alcanzaba al 50% de la población, que acudía al trueque como herramienta para hacerse de comida y vestimenta. 

A lo largo de estas últimas dos décadas, la población en edad de trabajar creció en 6 millones de personas y, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), el empleo privado formal absorbió aproximadamente a 3 millones de personas, el empleo público creció en 1 millón de personas y el empleo informal se expandió en 2 millones de personas.

Estos datos muestran que la Argentina tiene una debilidad estructural en la generación de empleos de calidad: sólo un 50% es trabajo en blanco en el sector privado y el otro 50% vive de sueldos del Estado y/o se maneja en la informalidad. Por esto, no debe extrañar que la tasa de pobreza se mantenga en el orden del 40% de la población.

En este contexto, no alcanza con programas asistenciales ni de inserción laboral para cambiar la tendencia de años; si bien estos pueden ayudar, no son suficientes para una mejora radical.

Para ello se requiere pensar al trabajo desde otro lugar, acorde a los nuevos tiempos y al avance tecnológico, lo que demanda en principio una modernización del sistema educativo y, paralelamente, una legislación laboral atractiva para los empleadores y justa para los empleados, que aliente la contratación y la inversión productiva privada. 

La situación marca que es indispensable generar entusiasmo con el propósito de transformar la realidad. Lograr que los jóvenes vean en la educación y la capacitación específica en saberes la oportunidad para el desarrollo.

Hoy, según IDESA, sólo el 40% de los adolescentes está terminando la secundaria a tiempo y, más grave aún, los estudiantes acumulan escasos conocimientos y habilidades. Es que posiblemente a las nuevas generaciones ya no les entusiasme un programa de estudio alejado de la modernidad, propio del siglo pasado, y que no garantiza la adquisición mínima de saberes que promuevan alternativas de crecimiento personal.

Generar entre los jóvenes el deseo de adquirir conocimientos, es posible si estos resultan atractivos, prácticos y útiles. Si se logra que esa semilla del entusiasmo vaya germinando, Argentina podrá contar con personas capacitadas para los trabajos de los nuevos tiempos y, por qué no, con futuros generadores de empleo de calidad.

• El Ciudadano