La inflación de mayo fue de 5,1% y de esa manera la suba de precios de los últimos 12 meses alcanzó el 60,7%, informó esta semana el INDEC. La cifra anualizada es la más alta en 30 años y todo indica que este 2022 será récord en materia inflacionaria.
Las consecuencias de la inflación recaen sobre toda la sociedad, fundamentalmente sobre los sectores de menores recursos, cuyo poder de compra se degrada. Mientras tanto, las medidas del Gobierno, tales como controles y acuerdos de precios, son impotentes para contener la suba de precios y la degradación económica de la población.
Durante los últimos años, el ingreso de los hogares se vio severamente deteriorado. En este contexto, muchos hogares descendieron de clase social. Se redujeron las clases altas, cuyos miembros pasaron a la clase media. Y a su vez, muchos hogares de clase media pasaron a ser pobres.
De acuerdo a un reciente informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), el ingreso de los hogares perdió en los últimos cuatro años un 17% de su poder de compra: 62% según el poder adquisitivo en dólares.
En ese contexto, no debe llamar la atención que exista desde 2016 un descenso social generalizado. Es que para ser clase media, según IDESA, se necesitan 118 mil pesos de bolsillo para una familia tipo de cuatro personas. El problema es que el 37% de los hogares no llega a ese número. A él, llegan un 53%. Y el 10% restante, que en estos parámetros sería la clase alta, cuenta con ingresos superiores a los 377 mil pesos.
En base al informe, en los últimos cuatro años, se dieron procesos de descenso social en cadena: de punta a punta, la clase alta cayó 5 puntos; la clase media cayó 2 puntos, y el deterioro no fue mayor porque los hogares que antes eran clase alta pasaron a engrosar la clase media; y entre la clase media baja y la baja, aumentaron 8 puntos.
Tal como lo sostiene IDESA, detrás del deterioro social está, por un lado, la inflación y por el otro la precarización del mercado laboral. Ambos factores afectan los ingresos de los hogares. Para frenar esto, es necesario que las familias ganen más dinero. Para ello, es necesario que la sociedad en su conjunto comience a producir más y mejor, pero con los niveles actuales de inversión privada y educación de la población, resulta imposible.
El ideario de la clase social ascendente, se ha convertido en una utopía en esta Argentina moderna. En la actualidad, a diferencia de otras épocas, las familias se encuentran con ingresos que nunca alcanzan y el desafío enorme de hacerlos rendir.
• El Ciudadano