El crecimiento del empleo en la última década ha sido en el Estado, en el servicio doméstico, en el monotributo y en ocupaciones informales. Tristemente, no se han generado nuevos empleos asalariados registrados en el sector privado.
En la última década, no se generó empleo de calidad en Argentina. Mientras tanto, los planes sociales persistieron y se amplió drásticamente su financiamiento, encontrándose cada vez más al servicio político clientelar.
Datos del Ministerio de Trabajo y del INDEC, indican que entre el primer trimestre de 2012 e igual periodo de 2022, hubo 2,8 millones de nuevos ocupados, de los cuales: el 26%, o 700 mil, son empleados públicos; el 30%, o 900 mil, son domésticas y cuentapropistas registrados en AFIP; y el 44% restante, o 1,2 millones, son informales asalariados o cuentapropistas no registrados.
Esto da la pauta de que el crecimiento del empleo en la última década ha sido en el Estado, en el servicio doméstico, en el monotributo y en ocupaciones informales. Tristemente, no se han generado nuevos empleos asalariados registrados en el sector privado.
En este contexto, los planes asistenciales aparecen como un instrumento del Estado para inyectar dinero a la economía, apaciguar los ánimos de algunos sectores del electorado y como instrumento del gobierno de turno para ejercer influencias a través del clientelismo y de organizaciones piqueteras.
Hasta tanto no haya políticas de Estado serias y claras que incentiven niveles razonables de educación, además de inversión y producción en el sector privado, serán nulas las posibilidades de que los empleos de calidad vayan gradualmente ganándole espacio a este escenario de dádivas y alineaciones políticas de dudosa probidad.
En Argentina los planes sirven para el clientelismo y la corrupción, pero no para los pobres. Si realmente se pensara en estos, la asistencia social tendría que ser quirúrgicamente administrada en los sectores marginales que realmente lo requieren mientras, paralelamente, se generan las condiciones para que puedan acceder a empleos de calidad.
Sin embargo, la realidad indica lo contrario: las cuentas públicas muestran que el gasto que más sube es el del Ministerio de Desarrollo Social nacional, por los planes asistenciales. De acuerdo al Instituto para el Desarrollos Social Argentino, en el período abril-mayo estas erogaciones pasaron de $100 mil millones el año pasado a $320 mil millones este año.
No existe asistencia social, por más excelente que sea su administración, que remedie la no generación de empleos de calidad. Argentina, bajo estas condiciones imperantes, es inviable.
• El Ciudadano

