En un juicio abreviado, el docente Carlos Olmedo fue sentenciado a 20 años de cárcel por abuso sexual y corrupción de menores. Durante la audiencia, la madre de una de las víctimas leyó una conmovedora carta en la que expresó el dolor y las secuelas que el abuso dejó en su hija y en toda su familia, marcándolos de por vida.
En el Palacio de Justicia de Villa Dolores, el docente Carlos Olmedo fue condenado a 20 años de prisión en un juicio abreviado, tras admitirse culpable de abuso sexual y corrupción de menores en perjuicio de alumnos de la Escuela Ricardo Levene de Sauce Arriba. La sentencia, emitida por el juez Raúl Castro, marca el cierre de un proceso judicial que ha impactado profundamente a la comunidad, aunque las secuelas emocionales para las víctimas y sus familias permanecerán.
Durante la audiencia, la madre de una de las niñas afectadas leyó una desgarradora carta frente al Tribunal, en la que volcó todo el dolor que su familia ha vivido desde que se descubrió el abuso. En sus palabras, transmitió el testimonio de su hija, quien le pidió ser su voz en el juicio: “Mamá, desde que te conté una parte de todo, vos sos mi voz, sos mi todo; decile cómo me destruyó la vida y desarmó toda mi humilde familia. Por todo esto me obligó a querer irme de ahí. Ahora vivo lejos pero encerrada, con miedo de todo el mundo”.
La madre describió el desamparo en el que su hija quedó tras el abuso, obligada a dejar sus espacios habituales, su vida cotidiana y sus seres queridos para huir del dolor. “En ese momento sólo fue su llanto y el mío”, expresó la madre en un testimonio conmovedor.
Y “salió su voz de nuevo diciendo ‘mamá sé fuerte, yo acá te espero para que nos abracemos’. No es fácil comprender para quien no lo ha vivido, lo traumático, doloroso que resulta ser, lo desgarrador que es como mamá, descubrir que haya tenido que sufrir algo así, lo difícil que es enfrentarlo, sobreponerse y fortalecerse para iniciar el camino de un proceso judicial”, narró la mujer.
Entre lágrimas, la madre también relató la culpa y el dolor con el que convive cada día, las noches en vela junto a su hija y la impotencia de no haber podido protegerla a tiempo: “Me preguntaba por qué y pidiéndole perdón por no haberla podido proteger”, confesó, transmitiendo la inmensa carga emocional y psicológica que el caso ha significado para ella y su familia.
Aun en medio de esta difícil situación, la madre resaltó su elección de buscar justicia, con la esperanza de que esta condena les permita comenzar a sanar. “No pretendo que nadie se ponga en mi lugar, eso no es posible. Sólo espero que quienes me escuchen comprendan lo doloroso que es esto y, a pesar de todo, elegí el camino de la justicia”, dijo, dejando en claro la importancia de un juicio para alcanzar una mínima sensación de paz.
Al dirigirse al acusado, la madre compartió un mensaje de dolor y una súplica de sanación para su hija. “No tengo palabras para expresar todo lo que siento. Sí te cuento algo: a mí niñita, mi dulce niña y a toda mi familia, nos marcaste de por vida con este dolor. Como mamá, sólo quiero que mi hija sea feliz y que con esta condena podamos empezar a mirar hacia adelante y a reparar todo el daño que nos causaste vos y todos los que pudieron evitar e impedir esto y no lo hicieron”.
Este caso ha generado gran indignación en la comunidad local y ha despertado el debate sobre la responsabilidad de las instituciones educativas y los protocolos de seguridad para prevenir el abuso infantil. La ciudadanía ha expresado su repudio ante los hechos y reiteraron la necesidad de respuestas contundentes para proteger a los estudiantes en el ámbito escolar.
Para la madre y las demás familias afectadas, la sentencia representa un paso hacia la justicia, pero el proceso de sanación será extenso y arduo. Este doloroso episodio deja un llamado a reforzar la protección de los niños y a exigir mayores controles en las instituciones para evitar que estos crímenes se repitan en el futuro.