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LA ABUELA DE TODOS. La sabiduría de nunca dejar de ser niños

A raíz del incremento de la expectativa de vida producto de los avances científicos, los abuelos nunca han sido tan numerosos en la historia humana. Pero, paradójicamente, nunca antes han sufrido tanto riesgo de ser descartados.

Es que la cultura impone como modelo sublime al joven-adulto, al exaltarse la juventud como única edad digna e ideal para el ser humano. Parece que el objetivo pasa por ser una especie de individuo que siempre debe permanecer joven, mientras paralelamente la vejez resulta un peso, un horror, algo en lo que ni siquiera se desea pensar.

En este contexto, debería primar una alianza entre las diferentes edades de la vida. Antes que la separación y el descarte, habría que entender que cada etapa puede ser vivida en plenitud y que en cada una de ellas se pueden explotar riquezas incalculables.

¿Acaso los ancianos deben pedir perdón por sobrevivir o deberían ser aprovechados y estimados por los dones y sabiduría que ostentan? Aquí tenemos como respuesta el emblemático caso de Doña Jovita.

La anciana no nació originalmente como un personaje teatral, sino que surgió producto del anhelo de José Luis Serrano de contar y mostrar cosas que estábamos perdiendo de nuestra cultura.

“Ricardo Rojas decía que cada abuelo que se nos muere es una biblioteca que se quema. En este tiempo donde descartamos a los mayores, estamos necesitando la presencia y la palabra de los mayores. Eso me conmovió desde temprano y empecé a componer canciones. Hacía letras y me acompañaba mi hermano y padrino Horacio Amaya. Y compuse una canción para Doña Teresa y José Eligio Reynoso. Cantaba y me esforzaba para que la gente me atienda, porque era una canción desconocida. Entonces hacía humor para que el público se ría y de paso contaba cómo era la canción. Y de a poco ese parlamento se fue convirtiendo en una expresión teatral” que derivó en la entrañable viejita, recuerda el dolorense.

En un principio, la abuela transerrana se llamó Doña Creolina Sosa, luego Doña Ensarnación de Bustos, hasta que alcanzó su nombre definitivo.

“Doña Jovita surgió en nombre de mi abuela (Doña María Joba), en quien me encomendé para que me acompañe. Ella fue una marca muy fuerte. Si bien no la tuve con mucha frecuencia, no puedo olvidarme de sus palabras y ternura”, valora Serrano.

El mundo necesita jóvenes fuertes y ancianos sabios, requiere de una ida y vuelta permanente entre las generaciones como fuente de riqueza humana y existencial.

Hay algo que no se puede detener: el tiempo. Y éste marca irremediablemente que la juventud no es eterna. Aunque existe un posibilidad. Y José Luis Serrano la puso en palabras al hablar de su pasión: “Cualquier actividad artística no es otra cosa que recrear la niñez, la infancia, la inocencia… Es un desafío diario no perder el niño que tenemos adentro”.

“Hay una canción que dice ‘déjame nacer de nuevo’, y yo anhelo todos los días eso”, confiesa el vecino dolorense.

En definitiva, más allá de las edades, la importancia radica en vivir con pasión: lo único que acerca a los adultos a recrear la alegría de la niñez. Encontrase “jugando” en todas las etapas de la vida es la mejor manera de reírsele en la cara a la cultura del descarte y a los modelos únicos. Es la sabiduría de nunca dejar de ser niños…

• El Ciudadano