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Estornino, un ave invasora que llegó para quedarse

La invasión de especies exóticas es un problema ambiental que provoca daños en los ecosistemas de todo el mundo. En el caso de las aves, el estornino pinto (Sturnus vulgaris) genera una particular preocupación, sobre todo en Argentina, donde se expande a pasos agigantados.

Aunque no hay datos oficiales de las pérdidas económicas y ecológicas en la región, especialistas ya alertan por los efectos negativos que tiene el exponencial crecimiento de su población. En la provincia de Córdoba es el ave más problemática.

La especie vive en comunidad, reuniéndose en conjuntos muy numerosos para buscar alimentos y para volar. Las bandadas suelen componerse de decenas o miles de ejemplares formando nubes que se desplazan y toman diferentes formas en el aire.

Habitan principalmente zonas urbanas, periurbanas (parque, plazas, cordones verdes, dormideros) o rurales. No se los ve en ambientes naturales como bosques nativos, pero sí se desplazan a campos abiertos para alimentarse.

Como son aves estéticamente llamativas, ingresaron a la Argentina a través del tráfico ilegal desde Europa y el oeste de Asia.

“Se trata de aves llamativas, ornamentales, que imitan sonidos y la voz humana por eso eran comercializadas en el mercado de fauna cuando estaba permitido”, explica al rotativo La Voz Guillermo Sferco, biólogo, docente e investigador en el Centro de Zoología Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba.

A partir de allí, comenzaron a formar pequeñas colonias que luego se transformaron en las grandes poblaciones de la actualidad. Según el experto, los principales problemas que provoca el estornino son dos: uno económico y el otro ecológico.

El primero está ligado a la producción agrícola o ganadera. “Se ha visto que estos animales son tan numerosas que en cuestión de minutos pueden devorar una cosecha de alfalfa, de trigo, o incluso arrasar con lugares donde se cultivan frutales. Afectan a la producción de granos y semillas”, explica Sferco al rotativo.

Esto ocurre de forma estacional porque el ave tiene una dieta omnívora, por lo que en invierno se alimenta de insectos y otros invertebrados. Es en primavera y verano que su ingesta vira hacia frutos, granos y semillas. “También compiten por el alimento balanceado de engorde para el ganado en corrales pequeños o feedlots, y producen pérdidas millonarias”, agregó el especialista.

El drama ecológico refiere a la competencia que tiene con otras especies nativas por los recursos y a la agresividad que demuestran en esa batalla.

“El problema más grave que provoca esta ave en Córdoba es la pérdida del nicho ecológico de las especies locales. Ellos anidan en oquedades (huecos) que pueden ser de otras aves a las que después echan. Estas se quedan sin nido y pierden al pichón o los huevos y eso va en detrimento de las poblaciones nativas”, detalla al tabloide Guillermo Galliano, presidente de fundación Mil Aves.

Y añadió: “Ya hay disputas entre los locales y llega el estornino que les gana a todos por la persistencia y tenacidad para pelear por el nido. El carpintero, el cacholote, el chinchero, el calacante y el hornero se quedan sin espacio para procrear y tienen que desplazarse”.

“Se los ha visto competir incluso con loros en sitios de nidificación y algunos estudios científicos muestran que ante la presencia de un estornino en un nido ya construido, con huevos, la especie nativa directamente lo abandona porque se asusta”, sumó Sferco

Respecto al riesgo de provocar enfermedades en humanos, Galliano dijo al tabloide que cualquier ave puede transmitir virus a través del excremento.

“Por su cantidad, los excrementos que generan son voluminosos. En sitios poblados se han registrado capas de 30 centímetros de espesor. Estos pueden contener esporas de hongo que cuando se secan y volatilizan por el viento pueden generan problemas de micosis, incluso salmonella y psitacosis”, expuso Sferco.

Con la experiencia de haber observado bandadas de entre 200 y 300 ejemplares y viendo su crecimiento años tras año, Sferco sostiene que es un poco tarde para contener la expansión de los estorninos en la provincia: “Creo que vamos a tener que aprender a convivir y a limitarlos porque no hay un método eficaz que los frene”.