Pulsa «Intro» para saltar al contenido

El caso de Cecilia Charras: El legado invisible de los docentes

La muerte de una directora escolar en un accidente vial deja al descubierto la vocación y sacrificio de los docentes. En tiempos de vacaciones, surge la reflexión sobre el pilar que representan para la sociedad y la falta de reconocimiento que enfrentan.


El camino de Altas Cumbres, conocido por su belleza y su desafío para los conductores, fue escenario de una tragedia que caló hondo en la comunidad de Traslasierra.

El pasado 22 de noviembre, Cecilia Charras, directora de la escuela primaria Mercedes Allende Carranza Pregot de Las Calles, perdió la vida en un accidente vial (foto) mientras se dirigía a Córdoba para asistir a la entrega de computadoras destinadas a escuelas rurales. La docente, de 57 años, viajaba junto a su hija, quien resultó herida.

Este episodio que dejó un vacío en la comunidad educativa, invita a reflexionar sobre la entrega incondicional que caracteriza a los docentes y la falta de reconocimiento que muchas veces reciben.

Cecilia era mucho más que una directora. Era un pilar fundamental en su escuela, donde su compromiso iba más allá de las responsabilidades formales. Sus colegas y alumnos la recuerdan como una figura llena de alegría, empatía y dedicación. Su risa, su energía y su entrega marcaron profundamente a quienes la rodeaban.

La tragedia de Altas Cumbres pone de manifiesto una realidad que rara vez se discute: el esfuerzo cotidiano de los docentes que no se limita al aula. La docencia, lejos de ser un empleo, es una vocación que exige tiempo, recursos personales y un compromiso que trasciende los horarios laborales.

En estas semanas de vacaciones escolares, cuando la sociedad parece dar un respiro al sistema educativo, es fundamental recordar que los docentes son los cimientos del futuro. Muchos, como Cecilia, dedican sus vidas a la formación de niños y jóvenes, enfrentando desafíos económicos, sociales y emocionales.

El sacrificio de Cecilia Charras no debe pasar desapercibido. Representa a miles de educadores que, con discreción y esfuerzo, moldean generaciones y contribuyen al tejido social de nuestro país.

Recordar y valorar su entrega, incluso en las circunstancias más adversas, es un deber colectivo. Porque, como comunidad, les debemos respeto, gratitud y apoyo a quienes con pasión construyen el futuro desde las aulas.

Que el legado de Cecilia inspire a reconocer y respaldar a quienes, como ella, hacen de la docencia una misión de vida. Desde El Ciudadano consideramos que la mejor manera de mantener el recuerdo vivo de personas como Cecilia, es honrando su memoria con acciones que impacten en la sociedad, en este caso en el respeto y valoración de la tarea docente.

• El Ciudadano