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¡CAMPEONES DEL MUNDO! El amor por la celeste y blanca

El amor por la celeste y blanca, el profesionalismo, la concepción del trabajo en equipo, la capacidad de sobreponerse a las dificultades, el irrenunciable deseo de triunfo, la confianza y buen aprovechamiento de los recursos humanos que se poseen, le dieron a la Selección Argentina el triunfo en el Mundial de Fútbol desarrollado en Qatar.

La conjunción de esos valores hizo posible la obtención de la Copa del Mundo ante el combinado francés. Y el pueblo lo valoró en cada rincón del país con celebraciones y muestras de agradecimiento, que fueron desde los cinco millones de personas que se congregaron en Buenos Aires para recibir a los futbolistas liderados por el astro Lionel Messi, hasta la histórica festividad por el título que se vivió en Villa Dolores.

En la cabecera del oeste cordobés se celebró la gloria futbolística alcanzada por la Selección Argentina frente a la Basílica Nuestra Señora de los Dolores: familias enteras se estrecharon en un abrazo gigante ante la imagen de la Santísima.

Hasta el padre Juan Pablo Díaz, apasionado de los deportes, se subió a la altísima cúpula del templo local ante la mirada atónita y fascinada de los dolorenses. Allí el cura, que además es maratonista, celebró y agradeció a la Virgen la obtención del título.

Los festejos se prolongaron por varias horas. El camión de los bomberos lanzó agua al cielo e hizo vibrar el entorno con su sirena. Cánticos, espuma, tambores, brindis, lágrimas, varias vueltas olímpicas a la Plaza y un desahogo rotundo caracterizaron la ansiada y pacífica celebración en el centro dolorense.

Es que merecíamos los argentinos celebrar en un contexto de marcada crisis económica y social. Cada uno de nosotros sabe que con la heroica obtención del Campeonato del Mundo el país no mejorará. Pero vaya si no merecíamos festejar, más aún si así premiamos el trabajo y los valores de un grupo humano de futbolistas compuesto por compatriotas.

Ojala algún día la dirigencia política del país también se caracterice por el amor a la celeste y blanca, el profesionalismo, la concepción del trabajo en equipo, la capacidad de sobreponerse a las dificultades, el irrenunciable deseo de triunfo en beneficio de los ciudadanos, la confianza y buen aprovechamiento de los recursos humanos y naturales que Argentina posee.

En un marco de festejos, tanto por el Mundial como por las fiestas de fin de año, es imperante alzar y exigir tales banderas… Y por qué no soñar que en algún punto de nuestra historia también los argentinos seremos los campeones del mundo en la economía, la salud y la educación. Lo merecemos y sobre todo lo necesitamos.

• El Ciudadano

*Crédito foto: New York Times