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Cuando la luz vuelve: el cruce que obliga a pensar quién cuida las rutas

El restablecimiento de la iluminación en la intersección de Circunvalación y Presidente Perón, en Villa Dolores, no es solamente una noticia de servicio: expone un dilema recurrente sobre competencias, responsabilidades y tiempos de reacción a nivel estatal. Lo que vuelve a encenderse no es únicamente un tendido eléctrico, sino la discusión sobre quién debe responder cuando un punto crítico queda a oscuras.

Durante semanas, el cruce entre la Avenida Circunvalación y Presidente Perón fue una sombra incómoda. Para quienes entran o salen de Villa Dolores, o para quienes se dirigen a Conlara, ese sector funciona como una puerta de tránsito constante, un corredor que nunca duerme. Sin embargo, la oscuridad había empezado a sentirse demasiada presente, demasiado riesgosa…

Días después del anuncio oficial, la iluminación ya funciona y el cruce volvió a tener el brillo que los conductores pedían. Pero el gesto de encender lámparas dice más que lo evidente. El intendente Maxi Rivarola lo explicó sin rodeos: “La intervención es municipal, aunque la competencia corresponde al Estado nacional”. Un detalle que, lejos de ser técnico o burocrático, revela una realidad extendida en las ciudades del interior: cuando la espera se prolonga, las responsabilidades se difuminan y alguien decide actuar para evitar un mal mayor.

En este caso, el Municipio tomó la iniciativa. No es un dato menor. La reposición del alumbrado en el trayecto hacia Conlara no sólo mejora la visibilidad; devuelve cierta previsibilidad a una zona que, en plena noche, podía convertirse en un escenario de maniobras riesgosas. Las quejas de vecinos, transportistas y automovilistas habían sido constantes y, en muchos casos, justificadas.

El regreso de la luz parece un tema menor, pero no lo es. Habla de la demanda creciente por infraestructura vial segura, de la tensión entre jurisdicciones y de la dificultad de sostener políticas de mantenimiento que dependan de organismos que no siempre reaccionan con la urgencia que la calle impone. También deja planteada otra discusión: ¿Hasta qué punto un Municipio debe absorber tareas que no le corresponden? ¿Y cuánto pierde la ciudadanía cuando esas indefiniciones se sostienen en el tiempo?

Hoy, el llamado a circular con precaución sigue vigente. La iluminación ayuda, pero no lo resuelve todo. Aun así, el episodio deja una enseñanza: a veces, lo que parece una simple reparación se convierte en un gesto político, una respuesta práctica y, al mismo tiempo, un recordatorio de las deudas estructurales que persisten.

La luz volvió. Y con ella, la pregunta que siempre regresa: ¿Quién se hace cargo cuando la ruta se apaga?