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Argentina debate cambiar la hora: Tres voces de la UNC analizan los impactos

La Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto que propone atrasar los relojes de UTC -3 a UTC -4, con la posibilidad de alternar horarios en verano e invierno. Docentes de la UNC destacan que la medida es coherente con la posición geográfica del país, pero advierten sobre los límites del ahorro energético y los efectos en los ritmos biológicos.

La discusión sobre modificar la hora oficial en Argentina avanzó en el Congreso, con media sanción en la Cámara de Diputados de un proyecto que propone atrasar los relojes una hora, pasando del actual UTC -3 al UTC -4, y la posibilidad de mantener el horario actual en verano. El objetivo declarado es alinear mejor la hora oficial con la luz solar para optimizar la eficiencia energética y beneficiar la salud de la población.

Para comprender los alcances de esta iniciativa, el portal UNCiencia consultó a tres especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), quienes aportan perspectivas complementarias sobre la historia, la biología y la energía.

El astrónomo Guillermo Goldes, de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF), recordó que antes de fines del siglo XIX, cada localidad tenía su propia hora. En 1894, el gobierno de Luis Sáenz Peña unificó los husos horarios tomando como referencia el meridiano de Córdoba, donde hoy funciona el Observatorio Astronómico de la UNC. Goldes sostiene que la hora legal actual (-3) no coincide con la posición geográfica del país: “En Córdoba, el mediodía solar se produce a las 13:17, más de una hora después del mediodía oficial. Adoptar UTC -4 sería más lógico y coherente con nuestra ubicación”. Sin embargo, advierte que alternar horarios en invierno y verano complicaría la vida cotidiana y recomienda mantener un único huso horario uniforme.

Desde la perspectiva de la salud, el investigador Mario Guido, director del Centro de Investigaciones en Química Biológica (Ciquibic, Conicet-UNC), explica que los ritmos circadianos dependen de la luz natural para sincronizar funciones vitales como sueño, vigilia y secreción hormonal. La exposición prolongada a luz artificial, característica de trabajos nocturnos, aumenta riesgos metabólicos, cardiovasculares y oncológicos. Para Guido, ajustar la hora al ciclo solar mediante UTC -4 permitiría una alineación más saludable de nuestros relojes biológicos.

Por último, Santiago Reyna, especialista en atmósfera y energías renovables, analiza el impacto sobre el consumo eléctrico. Según Reyna, los cambios estacionales de horario apenas influyen en la demanda de iluminación, dado que esta representa una fracción mínima del consumo total, que está dominado por climatización y actividad industrial. La implementación del horario de verano tendría un ahorro energético marginal, entre 0,1% y 0,5% anual. Su recomendación es establecer permanentemente UTC -4, siguiendo la tendencia de países sudamericanos y la Unión Europea, lo que asegura mayor correspondencia entre hora oficial y ciclo solar, sin recurrir a ajustes estacionales.

En conjunto, las voces de la UNC señalan que retrasar una hora el reloj es coherente con la posición geográfica y beneficioso para la salud, pero que el ahorro energético es mínimo y que los cambios cíclicos invierno-verano podrían generar más problemas que soluciones. La propuesta ahora espera tratamiento en el Senado, mientras especialistas y ciudadanos ponderan las ventajas y desafíos de un ajuste horario que impacta directamente en la vida cotidiana.