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Control y límites a las fiestas privadas, una medida crucial para el orden

Con la llegada del verano y las celebraciones de fin de año, las fiestas privadas sin autorización proliferan en diversas localidades, generando preocupación por su impacto en la seguridad, el medio ambiente y la tranquilidad de los vecinos. Un reciente operativo policial en el kilómetro 18 de la Ruta E34, en el «Camino de las Altas Cumbres», evidencia la necesidad de reforzar controles y establecer límites claros para este tipo de eventos.

El hecho ocurrió en un campo de la pedanía de Nono, tras una denuncia anónima que alertaba sobre música a alto volumen y una gran cantidad de vehículos en la zona. Personal policial y municipal intervino en la fiesta, que reunía a unas 100 personas, organizada por un hombre de 29 años. Aunque se presentó como un evento privado con invitados, se constató que se cobraba entrada y se vendían bebidas alcohólicas, sin contar con la habilitación correspondiente. Esto derivó en la clausura del lugar y el labrado de actas por múltiples irregularidades.

Fiestas sin control: riesgos latentes

El auge de las fiestas electrónicas y eventos privados en áreas rurales o alejadas suele responder a la búsqueda de espacios menos regulados, pero estas prácticas implican múltiples riesgos. La falta de permisos municipales no solamente transgrede normativas locales, sino que también evidencia una carencia de medidas esenciales de seguridad, como la capacidad de respuesta ante emergencias, control de acceso, servicios médicos y medidas de evacuación en caso de siniestros.

A esto se suma el impacto ambiental en áreas como las Sierras de Córdoba, donde estos eventos pueden generar contaminación acústica, residuos descontrolados y alteraciones en la fauna local. En este caso particular, la ubicación en las Altas Cumbres, una zona conocida por su fragilidad ecológica, resalta la necesidad de evitar actividades que puedan dañar el entorno.

Por otro lado, el consumo de alcohol y sustancias ilegales en un entorno no regulado incrementa el riesgo de accidentes de tránsito, violencia y otros incidentes, tanto dentro como fuera del evento.

Prevención y la colaboración

El operativo en Nono destacó la relevancia de la denuncia ciudadana y el trabajo conjunto entre las fuerzas policiales y municipales. Estas intervenciones buscan tanto evitar daños inmediatos, como así también sentar precedentes sobre el cumplimiento de las normas. Para los organizadores, contar con los permisos adecuados es un requisito legal y una forma de garantizar la seguridad de los asistentes y la integridad del entorno.

Además, estas acciones preventivas son un llamado de atención para toda la comunidad. En épocas de alta actividad social, como el verano y fin de año, es fundamental que los ciudadanos asuman un rol activo, ya sea evitando asistir a eventos sin autorización o reportando actividades sospechosas.

Equilibrio entre ocio y orden

El desafío radica en encontrar un equilibrio entre la necesidad de los jóvenes y las comunidades de disfrutar de espacios de esparcimiento, y la responsabilidad de garantizar que estos encuentros se desarrollen dentro de un marco seguro y regulado. Desde las autoridades, fortalecer las inspecciones, agilizar los procesos de habilitación y promover la educación sobre la importancia de las normativas puede ser clave para minimizar los riesgos.

Casos como el de Nono deben servir como recordatorio de que la diversión no debe estar reñida con el respeto a las leyes y el bienestar de la comunidad. Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrá garantizar que las fiestas sean un espacio de disfrute y no de peligro.

• El Ciudadano.