El dolorense recibió el premio Consagración del Festival de Cosquín. “Si me preguntan de qué lado estoy, digo de la alegría y recordar lo mucho que costó: defendamos nuestros derechos”, planteó desde el escenario.
El músico y compositor transerrano José Luis Aguirre fue distinguido con el premio Consagración en el cierre del 64° Festival Nacional de Folclore de Cosquín, el laurel que anhelan todos los artistas que participan en el principal festival del país.
El reconocimiento a su propuesta supone la ponderación de un artista con voz propia, que se reconoce en una rica tradición y aporta elementos nuevos a ese legado, por ejemplo la problemática cultural, social, ambiental y la defensa de los territorios y sus comunidades.
El músico nacido en Villa Dolores, además, sumó otros dos lauros: el del Público y el de SADAIC-ANCROF.
José Luis
Aguirre es un compositor, intérprete y guitarrista, muchas veces nombrado «como uno de los nuevos talentos de la música popular argentina», aunque ya hace más de 20 años que recorre los escenarios.
Su obra se inspira en paisajes, sentimientos, personajes, costumbres y sonidos de Villa Dolores y todo el Valle de Traslasierra.
Fue uno de los favoritos del festival y eso se sintió desde el comienzo. Y es que, no es la primera vez que sube a ese escenario, y la comunidad que acompaña el festival año tras año, lo reconoce, lo respeta y lo disfruta.
Las canciones «del Joseluis», como lo llaman los conocidos, tienen una profunda raíz folclórica del lugar que habita. Incorpora la frescura de lo contemporáneo, de la canción con sentido y razón, y su participación en esta edición del Festival Nacional del Folcklore, no iba a ser diferente.
Imponente reclamo
En su presentación en Cosquín, Aguirre no solo cautivó al público con su música sino que en el preámbulo del final de su presentación, realizó un descargo en defensa de la cultura e utilizó ese momento como preámbulo para estrenar «Canción Bonita para mi barrio».
Si bien las palabras fueron breves, la contundencia la dio la misma interpretación. Mientras el chuncano desandaba las estrofas, una decena de bailarines se sumaban al escenario, esta vez, sin bailar.
La fuerza de la letra sin estribillos resonó en el corazón del público, provocando que, en medio de la canción, ya se observara a personas levantándose y aplaudiendo. En el escenario, los bailarines, inmóviles, pero con la mirada cargada de emoción, acompañaron la melodía a medida que avanzaba.
Este particular acto se alzó, quizás, como una forma de reclamo: un gesto impávido que respaldaba las palabras de José Luis y mostraba a bailarines sin bailar, como una resistencia contra la amenaza de que la cultura sea manchada.
La letra
Fragmentos de «Canción bonita para mi barrio»:
«Yo quiero sonreír como mi vieja, costurera, jubilada. Sonríe a pesar de los dolores que le da la burocracia.
Si me preguntan de qué lado estoy, digo de la alegría y recordar lo mucho que costó: defendamos nuestros derechos.
Yo quiero cantar una canción como cantaba la Mercedes, que no sea no más para entretener, sino para charlar profundo.
No creo que solo se trate de política y mercado, yo siento que es preciso regresar al corazón de la tierra»
Ovación
José Luis recibió una enorme ovación y respaldo del público. La energía desbordante e interrumpida dejó claro que la conexión entre Aguirre y su audiencia iba más allá de las palabras y los acordes, marcando un episodio inolvidable en Cosquín.
Así, en medio de la penumbra iluminada por la potencia de su música y la fuerza de su mensaje, el eco de la quinta luna en la que se presentó José Luis Aguirre resonó en la novena cuando, finalmente, se conoció su consagración en el escenario mayor del folcklore.
• Con información de Tiempo Sur y Télam.

