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Más de un millón de jóvenes, listos para decidir el futuro del país

Más de 1,1 millones de jóvenes de entre 16 y 17 años podrán participar en las elecciones legislativas del 26 de octubre de 2025, según datos de la Cámara Nacional Electoral (CNE). Este grupo representa el 3,16% del padrón total, y su participación será vital en la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado.

Desde la sanción de la Ley de Voto Joven en 2012, que permite el voto voluntario para este rango etario, la participación electoral de los adolescentes ha mostrado un crecimiento sostenido. En las elecciones presidenciales de 2015 votó el 58%, cifra que aumentó al 64% en 2019, hasta alcanzar el 68,6% en 2023, el porcentaje más alto registrado para este grupo desde la implementación de la ley. Buenos Aires (80%) y Santiago del Estero (78,9%) lideraron la participación, mientras que Mendoza (46%) y Tierra del Fuego (46,5%) registraron los niveles más bajos. Las mujeres jóvenes votaron en mayor proporción que los varones (69,7% frente a 67,6%).

A pesar del aumento en la participación, más de la mitad de los jóvenes (53%) no se siente representada por los partidos políticos actuales, según un relevamiento de Cippec y Unicef. Esto refleja una brecha entre el sistema político y las juventudes, que buscan ser escuchadas en temas como educación, empleo, igualdad de género y cambio climático.

Actualmente, los adolescentes exploran nuevas formas de involucrarse en la política. El 52% realizó alguna actividad política o comunitaria en el último año, que incluye voluntariado, participación en centros de estudiantes, militancia o protestas. Las redes sociales se han convertido en un canal trascendental: casi la mitad de los jóvenes utiliza plataformas digitales para compartir información, seguir a candidatos, firmar peticiones online o conectarse con personas afines.

Los expertos destacan que la participación digital potencia el compromiso offline, desde el voluntariado hasta la militancia y la protesta social, vigorizando la identidad cívica y permitiendo que los jóvenes amplifiquen sus agendas en temas transversales como ambiente, diversidad e igualdad.

Aunque el voto es voluntario, los jóvenes se presentan como un actor electoral relevante, con una participación creciente y formas de involucramiento político que combinan el compromiso tradicional con nuevas herramientas digitales, marcando un horizonte diferente para la democracia argentina.