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Animales sueltos, el riesgo crónico en las rutas de Traslasierra

Un nuevo accidente en La Población, donde una pareja de adultos mayores chocó contra un caballo suelto en plena Ruta 14, vuelve a poner en evidencia una problemática crónica en el Valle de Traslasierra: la presencia de animales sin control en rutas y zonas pobladas. La falta de prevención, control y sanciones convierte a cada viaje en una amenaza latente.


Un accidente ocurrido días atrás en La Población, donde una pareja de adultos mayores resultó gravemente herida tras colisionar con un caballo suelto en plena Ruta 14 (foto), no es un hecho aislado. Es un nuevo capítulo —doloroso y evitable— de una problemática crónica que afecta al Valle de Traslasierra: la presencia de animales sin control en rutas provinciales, caminos vecinales e incluso en zonas urbanas.

Este tipo de situaciones, lejos de ser excepcionales, son parte de una realidad que los habitantes y conductores de la región conocen bien. Los caballos se desplazan libremente a cualquier hora del día y la noche, exponiéndose y exponiendo a los demás al peligro. A veces pertenecen a pequeños productores que los dejan pastar a la vera de los caminos, sin cercos ni medidas de contención adecuadas. Otras veces, los animales son utilizados para transporte, pero luego son liberados o escapan. Lo cierto es que la negligencia, el desinterés y la falta de control convierten las rutas serranas en una trampa mortal.

La mujer herida en el accidente del sábado fue diagnosticada con un traumatismo craneoencefálico grave. Tiene 77 años. Su esposo, de la misma edad, también debió ser asistido. El jinete del caballo involucrado en el siniestro huyó del lugar, como ocurre con frecuencia: cuando hay accidentes, nadie asume la responsabilidad. Los animales no llevan patente, y en muchas zonas no hay cámaras de seguridad, lo que facilita la impunidad.

Lo más alarmante es que no existen políticas públicas claras ni sostenidas en el tiempo para abordar esta problemática. Las campañas de concientización son esporádicas o directamente inexistentes. Los controles —cuando los hay— son ineficientes o demasiado laxos. Y las autoridades competentes suelen limitarse a emitir comunicados tras los hechos, sin avanzar en sanciones concretas o en mecanismos de prevención real.

La situación exige medidas urgentes y coordinadas. Por un lado, es fundamental identificar a los propietarios de los animales sueltos y aplicarles sanciones ejemplares. Por otro, se necesita avanzar en un sistema de patrullaje vial específico para zonas de riesgo, así como en la instalación de señalética preventiva. Y a nivel legislativo, urge una normativa que contemple con claridad las responsabilidades civiles y penales ante este tipo de hechos.

Mientras tanto, la comunidad sigue expuesta. El Valle de Traslasierra, con su belleza natural y su creciente tránsito turístico, no puede seguir tolerando que la circulación se transforme en una ruleta rusa. Cada accidente con animales sueltos es una tragedia anunciada. Y cada silencio oficial, una complicidad implícita.

Es momento de que el Estado, en todos sus niveles, actúe. No se trata de criminalizar la vida rural ni de negar tradiciones. Se trata de proteger vidas humanas, de garantizar el derecho básico a circular sin miedo y de poner fin a un problema que, por habitual, nunca debió volverse normal.

• El Ciudadano