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El castigo de producir: la industria frente al boom importador

Entre enero y mayo de 2025, las importaciones de ropa crecieron un 136 % y alcanzaron un récord histórico: 1.572 millones de dólares gastados por consumidores argentinos, según datos de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI). La explicación oficial alude a una mayor equidad en el acceso a bienes globales, pero el fenómeno va más allá del consumo: expone la vulnerabilidad estructural de la industria nacional frente a un sistema tributario que la asfixia.

Empresas como Shein, ícono del modelo “ultra fast fashion”, compiten con precios imbatibles gracias a producción masiva, costos laborales bajos y escasos controles ambientales. Pero el problema no se reduce al exterior: la desventaja nace en casa. El llamado “costo argentino” combina impuestos distorsivos, burocracia, inestabilidad macroeconómica y una maraña normativa que encarece artificialmente la producción local.

Impuestos como Ingresos Brutos, Sellos, tasas municipales y el impuesto al cheque se acumulan en cascada a lo largo de la cadena productiva, sin permitir crédito fiscal. En contraste, el producto importado ingresa al país libre de esa sobrecarga impositiva, compitiendo en condiciones desiguales.

Frente a esta realidad, expertos proponen avanzar hacia un “súper IVA”: un único tributo generalizado al consumo que reemplace la actual superposición fiscal. El objetivo es nivelar el terreno de juego y simplificar el sistema sin necesidad de bajar el gasto público, al menos en el corto plazo.

En tiempos de apertura económica y competencia global, producir en Argentina no debería ser un castigo. El verdadero desafío no es sólo proteger la industria nacional, sino dejar de penalizarla. Y eso empieza, con urgencia, por una reforma tributaria que permita competir en condiciones justas.

• Fuente de datos: Perfil / Ciai / INDEC