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CRISIS. Una pésima idea

Itai Hagman, diputado nacional del Frente de Todos, presentó tiempo atrás un proyecto de ley proponiendo un Salario Básico Universal.

Pretendía que cada grupo familiar pudiera percibir un monto de hasta dos canastas básicas alimentarias por mes. La idea era ayudar a los millones de trabajadores informales de Argentina, que no poseen un ingreso que cubra un piso alimentario mínimo.

El proyecto de ley estima que los potenciales beneficiarios son unos 9 millones. Teniendo en cuenta la canasta básica para una persona asciende a 14.400 pesos, esto podría representar para el Estado un gasto de más de 129 mil millones de pesos por mes.

De acuerdo al Instituto Nacional para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), su implementación agravaría de forma desmedida el ya importante déficit del Estado nacional, que ya está siendo financiado casi enteramente con emisión monetaria e inflación.

Pero no se trata únicamente del enorme gasto que implicaría el financiamiento, sino también del impacto que tendría en la cultura del trabajo.

Tal como sostiene IDESA, un Salario Básico Universal que apunta a ayudar económicamente principalmente a los informales, incentivaría aún más el trabajo informal al generar un “premio” por ser informal, es decir por no tener un empleo registrado.

Además, pondría mayor presión en el sector privado formal que tendría que financiar este nuevo plan asistencial, por lo que dificultaría aún más la generación de empleo formal.

En la última década, según datos de IDESA, hubo más de 1 millón de nuevos ocupados informales, mientras que hubo nula creación de empleo asalariado registrado privado. Una medida como la planteada, agravaría todavía más este cuadro de decadencia.

Se trata de un proyecto inviable desde todo punto de vista. Una descabellada idea de un diputado que, en compañía de sus pares, debiera enfocarse en cómo reactivar el país en vez de generar mayores complicaciones financieras y en vez de darle otro golpe mortal a la cultura del trabajo.

Por políticos como estos, es que los argentinos estamos como estamos.

El Ciudadano