El Gobierno declaró la guerra a la inflación con los mismos instrumentos que viene usando hasta ahora. Sigue subestimando el impacto del exceso de emisión monetaria sobre los precios. Lo más contradictorio es que el propio Gobierno necesita mayor inflación para licuar gasto público.
El Presidente de la Nación le “declaró la guerra a la inflación”. Lo que motivó el uso de una metáfora tan quijotesca seguramente es la aceleración de la inflación. En los dos primeros meses del año, la inflación se ubicó en el 4% mensual, lo cual significa un 60% anual. Un indicador sensible, como los alimentos, vienen creciendo al 6% mensual que implica un 100% anual.
La guerra contra la inflación se va a afrontar con controles de precios, ley de abastecimiento, retenciones y acuerdos con dirigentes empresariales, sindicales y piqueteros. Se trata de las mismas medidas que se vienen anunciando y aplicando. Dado que la inflación se mantiene creciendo, la decisión de ir a la guerra con las mismas armas con las que se viene perdiendo todas las batallas, sugiere que la estrategia oficial es usarlas con más intensidad.
Paralelamente, en la actualidad, el déficit fiscal obliga al Banco Central a emitir más dinero. Hay un exceso de emisión que presiona sobre los precios. Una guerra contra la inflación con la máquina de imprimir billetes funcionando a pleno es guerra perdida.
Lo más contradictorio de la guerra contra la inflación es que para el Gobierno es vital que la inflación siga siendo alta.
En el acuerdo con el FMI se dejó claro que la decisión del Gobierno es no reducir el gasto público. Incluso se seguirán expandiendo los subsidios económicos ya que las tarifas se actualizarán por debajo de la inflación. Pero para que esto sea posible se necesita seguir aplicando el ajuste inflacionario, como se viene haciendo hasta ahora. Es decir, apelar a que la recaudación aumente al ritmo de los precios, mientras el gasto público (en especial, las jubilaciones) lo hace a un ritmo inferior.
Así entonces, la inflación es el único instrumento que juega a favor de moderar el déficit fiscal. Por eso, guerrear contra la inflación es dispararse a los pies.
Por: Instituto para el Desarrollo Social Argentino.
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